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Mostrando entradas de febrero, 2012

DOS POEMAS

Esta semana me apetece bajar dos poemas. No soy nada prolífico en poesía, no lo suficiente como para considerarme poeta, aunque siempre me ha parecido que hay algo de presunción en presentarse como tal. La poesía es un accidente que te sobreviene, no una forma de vida. Al menos, en mi caso. En fin, ahí van. POR LA PRESENTE, declaro que escribo: ajeno a los concursos literarios, a críticos amargos, a huecos en periódicos, a amigos que me cobren sus favores, a ir, lo que se dice, de poeta, sin más testigos que este pobre flexo y este humilde cuadernillo, adquirido en bazar chino. Sí, escribo sin más noción que el alma y el oído, sin más negocio que el tragarme ausencias tras treinta y nueve ciclos de cigüeñas; y lo hago mal o bien, pero persigo domesticar los cantos de sirenas (o, si queréis, relinchos de luciérnagas para ser fiel a viejos espejismos). Fui iluso como tú, yo también quise escapar del duro oficio de dar cuentas en verso desmañado. Y huir del son que vierte la trist

SOBRE EL MARKETING DEL ESCRITOR

En 2011 conseguí que vieran la luz dos textos narrativos que llevaban algún tiempo en el cajón, con cinco meses de diferencia. Esta cercanía conlleva algunos problemas, pues una novela, si no se mueve, queda sepultada entre las centenares de obras que se publican cada semana. Hasta ahora he dedicado algunos débiles esfuerzos a promocionar "Mientras ella sea clara", y a partir de la fecha, más o menos, intentaré hacer lo propio con "Solo yo me salvo". He de admitir que me coge bastante más cansado, y que, por otra parte, mi disponibilidad de tiempo no ha mejorado. Con todo, creo que es parte de la responsabilidad del creador no abandonar a su criatura cuando aún está en la cuna. Al plantearme esta tarea, me vuelvo a acordar de un texto que escribí para algún editorial no muy lejano de Fábula . Lo reproduzco aquí con algún leve retoque. No sospechaba entonces que acabaría sucumbiendo a Facebook (¿habéis oído la expresión "eres más falso que un amigo en Facebook

"HAY COSAS PEORES QUE LA LLUVIA" (EL RELATO)

Subtitulado "Memorias de un pedante de provincias", este relato que da título al libro es, sobre todo, un ejercicio de estilo.  Trata de un profesor de secundaria con quien no nos gustaría coincidir en un largo viaje, que rememora en una tarde de lluvia cómo conoció a su mujer, Clara (no tiene nada que ver con mi más reciente heroína, aunque me ha hecho plantearme por qué me llama tanto la atención el nombre). Está dedicado a Manuel Pérez Saiz, amigo, lingüista, y virtuoso en eso de hacer hablar a narradores pedantes y redichos. Al repasarlo después de todos estos años, me ha dado la impresión de que no ha envejecido tan mal. ¿Veleidades progenitoriales [sic]? HAY COSAS PEORES QUE LA LLUVIA (MEMORIAS DE UN PEDANTE DE PROVINCIAS) a Manuel Pérez Saiz, il vero fabro   T e lo digo como lo siento, imo pectore . Hay cosas muchísimo peores. Además, ya sabes, la lluvia te trae imágenes y tazas de poleo, el resignado sabor de la impotencia tras el cristal, la empapada

RESEÑA DE "CLARA" EN "DIARIO CÓRDOBA"

Como hace mucho que no os doy la lata con reseñas de Clara, aquí pego copia de la última, aparecida hoy mismo en el "Diario Córdoba", firmada por Roberto Ruiz de Huydobro.

HAY COSAS PEORES QUE LA LLUVIA (III): "MÁS QUE MIL PALABRAS"

Un enigmático viajero se distrae de un tedioso vuelo leyendo una entrevista a un joven novelista de éxito. Con cada nueva declaración, el viajero parece identificarse más y más con el entrevistado. ¿Será verdad lo del refrán? MÁS QUE MIL PALABRAS             –No tengo tiempo de andar respondiendo a las envidias de la gente. Lo que deseo es la plena libertad creadora, escribir lo que me dé la gana.             No está mal como encabezamiento. Impactante. Este escritor tiene appeal , no cabe duda.             El avión de Iberia se suspendía sobre el nubarrón. Una plenitud azulada hería la vista al viajero, embebido en la magazine de viaje no removible (ratas, con lo caro que cuesta el billete). Despegó un segundo los ojos de la entrevista al joven escritor y se calzó las Ray Ban no sin antes atusarse un tanto el lacio cabello. Volvió a escudriñar el papel, que presidía la penetrante mirada del efebo triunfador, embutido en su cuidada estética generación-X.             –El nom