Esta ha sido una semana con mucha actividad. El lunes 20 tomé el tren
nocturno con rumbo a Coimbra, en cuya universidad asistí a un congreso sobre
personajes literarios. El miércoles impartí una ponencia sobre un modelo para
analizar la tipología del personaje "cercano al lector" que se desdobla en ocho categorías,
modelo que denomino “Percentual roundness” (algún día hablaré de él, si me
aguantáis).
Poco después
de impartir mi ponencia bajé corriendo la colina sobre la que se alza la Universidade de
Coimbra y tomé el tren hacia Lisboa con mi medio minuto acostumbrado de
antelación. Desde Lisboa me dirigí a Sintra para seguir los pasos de Graham
Greene, que casi siempre que veraneó en España se desvió hacia esta bellísima
localidad para visitar a su amiga Maria Newall. Como muchos sabéis, llevo casi
cinco años preparando el libro sobre los viajes de Greene por España, y espero
ir terminándolo este año.
Esa misma
noche volví a tomar el tren nocturno hacia Logroño, y llegué el jueves de
mañana, a tiempo para dar mis clases de ese día. El jueves por la tarde asistí
a la mesa redonda celebrada en la librería Escala en la que se congregaron
cinco periodistas y escritores para contarnos cómo se puede compaginar ambas
vocaciones tan absorbentes. Eran Pío García Tricio (moderador), Marcelino
Izquierdo, David Torres, Berna González Harbour y Carlos Zenón. Fue una delicia
de sesión, y daba gusto oír hablar a los cinco de sus propias experiencias en
estas lides.
A
continuación nos dirigimos a la entrega del XI Premio Logroño de Narrativa
(antes de Novela), en el Espacio Lagares, que recayó en Milagros Frías con “El
corazón de la lluvia”. Pude saludar a mi querido Fernando Marías, quien ejerció
de presidente del jurado, que se acordaba vivamente de su paso por Logroño con
ocasión de la presentación del número 33 de Fábula (otoño de 2013), cuando nos
relató una experiencia ultrasensorial que dejó a los oyentes boquiabiertos.
La entrega resultó un acto
sencillo, nada que ver con el banquete en gran bodega que acompañaba al premio
en sus inicios, allá por 2007 y 2008, acaso para no ser menos que el postinero
Planeta. Sin duda, la menor pretenciosidad del premio y el aprovechamiento del
personal en actividades de divulgación literaria que ahora lo acompañan hacen
que la inversión de dinero público esté mejor distribuida.
Dentro de
estas actividades estuvo la mesa redonda del sábado, celebrada en Espacio
Santos Ochoa, con tres editores riojanos que abordaron diversos aspectos de su actividad.
De las ocho editoriales independientes que fueron invitadas a participar acudieron
representantes de Fulgencio Pimentel, Siníndice y Cuatro de agosto. Tuve el placer
de moderar la mesa y de conducir el debate por los temas más acuciantes de la
profesión editora. Me resultó grato comprobar que ninguno de mis interlocutores
incurre en los excesos que criticaba en un reciente tríptico sobre la edición. Al
contrario, fui aun más consciente del mérito que tiene ser editor en una época
en que se edita tanto pero se lee tan
poco, y en la que es tan frecuente confundir popularidad con valor.
Comentarios
Publicar un comentario